Considero firmemente que los Abogados somos personas multidisciplinarias,
que nuestros intereses además del Derecho deben abarcar amplitud de temas, teorías
y ciencias.
Durante la época de estudios universitarios en la que
esperamos convertirnos en excelsos abogados, se nos imparte la materia de filosofía/filosofía
del derecho (dependiendo del temario de estudios de la Universidad), en la cual
nos encontramos con innumerables filósofos que consideran al Derecho como una
parte más de la vida del ser humano, no como una obligación, sino como una
necesidad. Materia que nos impulsa a adentrarnos a la esencia, las propiedades,
las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre
y el universo, impulsándonos a tratar de conocer y “desenmarañar” el ¿Por qué? de
las cosas, obligándonos como profesionales de la interpretación jurídica a
entender, reflexionar y meditar acerca de cualquier tema.
Es así que ya sea durante nuestra etapa estudiantil o profesional
nos vemos muchas veces inmersos en infinidad de asuntos con infinidad de temas
de cualquier área del conocimiento imaginable, es por ello que estoy seguro que
los Abogados tenemos como obligación ampliar nuestros límites intelectuales,
nuestros conocimientos y nuestros intereses, por tanto, y de acuerdo a éste
pensamiento y saliendo un poco de la temática de este “blog”, les comparto “Historia de una vida”, ensayo con el
cual participé en el “Premio Nacional de Reflexiones Filosóficas Zigurat
(México)” celebrado en el año 2014.
“Historia de una vida”
es una reflexión personal del sentir de los seres humanos durante sus
vidas, abarcando desde el sentimiento de soledad que en muchas ocasiones es
parte predominante en nuestra vidas, hasta el amor, sentimiento que considero
el más puro de la naturaleza humana.
Historia de una vida.
Se dice que la vida se puede dividir en cuatro etapas;
nacer, crecer, reproducirse y morir, etapas que durante el paso del tiempo van
adquiriendo divisiones y esas al mismo tiempo crean subdivisiones que al final
las personas percibimos como un todo; como la vida.
¡La vida es un suspiro!, ¿Cuántas veces no hemos escuchado o
leído eso?, y ¿Cuántas veces no nos hemos puesto a reflexionar al respecto?; en
efecto, la vida es prestada, pues desde que nacemos comienza a correr el reloj
en cuenta regresiva, a partir de ese momento, comenzamos a pagar las
consecuencias de estar aquí.
Pocas personas se dan cuenta del alto precio que pagamos por
pasar un tiempo en este mundo y van por la vida dormidos, esperando algo que
tal vez nunca llegue, esperando la felicidad que no buscan, añorando el ayer y
temerosos del mañana, pasan su corta estancia en el mundo desesperados.
Las personas olvidan que vivir no significa estar
encadenado, olvidan que vivir no es un castigo, olvidan que la desesperanza no
es más que una forma de percibir la vida que ellos mismos se han creado para
esconder su miedo.
¿Por qué las personas le tienen tanto miedo a la vida?, ¿Por
qué se impiden disfrutarla?, ¿Por qué las personas están tan desesperadas?,
¿¡Por qué!?.
¿Por qué convertimos nuestro tiempo limitado en una tortura?
¡Si existen tantas cosas que disfrutar!, vemos pasar nuestras vidas frente a
nosotros y nos convertimos en espectadores de ella, dejamos pasar el tiempo
hasta que un día despertamos y nos damos cuenta que no ha pasado nada, nos
despertamos pensando que a esto a lo que llamamos vida se ha transformado en
simple costumbre; ¡si!, en la costumbre de despertar, levantarse, bañarse,
trabajar, regresar a casa, dormir y repetir nuevamente todo al día siguiente.
La vida para las personas termina convirtiéndose en una película de ellos
mismos en la que jamás intervienen; olvidan que deben ser los protagonistas de
su vida.
Al llegar ese momento en el que consideramos que estar aquí
simplemente se trata de ver pasar las cosas sin ser parte activa de ellas, es
cuando sin lugar a dudas ya no estamos vivos, es como estar muertos en vida,
transformándonos en zombis caminando por el mundo sin rumbo, sin metas, sin
presente, pasado o futuro.
Cuando comenzamos a ver la vida como un reflejo de nuestras
esperanzas y metas perdidas todo deja de tener sentido, esperamos el futuro con
angustia, y nos causa desesperanza el pasado que se aleja cada vez más, ese
pasado en el que las posibilidades eran infinitas, cuando parecía que podíamos
lograr cualquier cosa, cuando esperábamos el futuro con ansias, cuando
intentábamos crecer a pasos agigantados tratando de alcanzar precipitadamente
la adultez dejando la niñez atrás, creyendo que al crecer ¡todo sería más fácil
y mejor!, un pasado que sabemos no regresará.
Así, las personas olvidan que la vida no se acaba hasta que
viene a reclamar por nosotros la muerte, se esconden a ellos mismos sus deseos
y sueños creyendo que la vida ha terminado, creyendo que porque el brillo de la
juventud se ha escapado de sus ojos es el fin, creyendo que es mejor esperar
por el final a seguir luchando por lo que desean, creyendo que las arrugas del
rostro y el opaco de sus ojos indican que no pueden desear o soñar, creen
equivocadamente que el final está más próximo que el principio.
¡Error más grande no puede existir!, desde el momento en el
que nacemos y da comienzo este viaje al que llamamos vida, nuestras horas
comienzan a correr en cuenta regresiva, no importando edad, sexo, religión,
estatus social, ¡no importa!, a partir de nuestro primer respiro en el mundo
(incluso antes, desde el vientre materno), comenzamos a alimentar con nuestra
vida a la muerte.
Hemos convertido este hermoso viaje en una carga, hemos
perdido el camino que comenzamos con el primer llanto y que al contemplarlo
parece interminable, sinuoso, imposible de superar; hemos decidido dormir y
soñar con nosotros mismos viviendo vidas falsas, prefiriendo observar que
actuar, prefiriendo perder que ganar, prefiriendo no ser que ser.
A estas alturas parece todo perdido, parece que venimos a
este mundo a sufrir y renegar del destino que nos ha tocado, pero como ya dije,
hemos olvidado la belleza de vivir, las cosas buenas que nos hacen querer
despertar, que nos impulsan, que nos hacen más fuertes y algunas veces también
nos debilitan, ¡no!, no todo está perdido, si lográramos recordar aquello que
nos hacía felices, toda esa desesperación, miedo y dolor no tendrían cabida en
nuestro ser, si lo recordamos, dejaremos de ser espectadores y comenzaremos a
actuar en nuestra vida, no importa la edad, si recordamos aquello que hace que
valga la pena estar vivo recorreremos el camino sin miedos y llegaremos al
final sin arrepentimientos.
Desde que nacemos e incluso antes, experimentamos el primer
sentimiento que probablemente determina lo que seremos en el futuro,
sentimiento que algunas veces olvidamos o tratamos de olvidar, y algunas veces,
lo convertimos en su opuesto; en efecto hablo del amor, ese sentimiento que
experimentamos de nuestra madre en su vientre y que al nacer y estar en “el
mundo real” nos hizo sentirnos tranquilos, protegidos, seguros y amados.
Es gracioso pensar que el primer sentimiento que
experimentamos en nuestra vida es el amor porque durante el trayecto de la vida
es el último que pasa por nuestras mentes y corazones; los seres humanos nos
enfrascamos en sentimientos que son secundarios y que simplemente representan
el miedo que nos da estar vivos y que son fruto de nuestra inseguridad.
Si recordáramos que el amor es un sentimiento primario de
los seres humanos, si recordáramos que antes de odiar, llorar, sufrir,
despreciar, envidiar y desesperar sentimos amor todos sería diferente,
dejaríamos de sentirnos solos, dejaríamos de esperar por aquello que ni
siquiera sabemos explicar, dejaríamos de buscar en el cielo respuestas,
dejaríamos de ser observadores, dejaríamos de soñarnos y comenzaríamos a vivir
en verdad.
La vida no debe ser considerada un castigo, la vida debe ser
considerada un regalo, no venimos al mundo a sufrir, venimos al mundo a
disfrutar de las cosas que el destino a puesto en nuestro camino, venimos a
dejar una parte nuestra en todos aquellos que han interactuado con nosotros,
venimos sin lugar a dudas a amar.
Si todo el mundo se diera cuenta de esto, las guerras, el
odio y la maldad no existirían, pues son simples manifestaciones de la búsqueda
incansable de las personas por encontrarse, por encontrar lo que perdieron en
el camino; un simple intento por entender su soledad, un vago y absurdo intento
de sentirse vivos y activos influyentes de la vida de los demás; pero al final
se darán cuenta que aquello que buscaban con tanta desesperación, con sus
enormes fortunas y basto poder era el amor que jamás pudieron encontrar.
Cuando las personas recuerden que aún existen coas que
pueden asombrarlas, que existen cosas que pueden hacerlas sonreír, cuando
recuerden que en el mundo existe más amor que odio, será hasta entonces que
podrán ser nuevamente los protagonistas de su vida, será entonces cuando
recordaran que hay más en el mundo que odiar o temer, se darán cuenta que la
vida es hermosa.
Cada persona es parte fundamental del mundo, cada persona
influye indirectamente en todas las demás, cada persona es parte importante de
la maquinaria del universo; cuando entendamos que todos somos parte del todo,
cuando entendamos que la vida es más importante de lo que parece, cuando el
mundo entienda que nadie es más importante que los demás, será entonces que
encontraremos la respuesta a la pregunta que todos en algún momento nos
hacemos… “¿Por qué estamos aquí?”.
Si, ¿¡Por qué estamos aquí!?, pregunta que la mayoría de las
personas se hace una y otra vez, y otras, simplemente al ver cercano el final
comienza a hacerse, rememorando su pasado, pensando profundamente en sus
errores y aciertos, recordando, añorando; temiendo por lo que le depara en la
última parada innegable, inescapable; en el momento en que llegue la muerte a
tomar factura de su vida, sin importar si esta fue bien vivida o no.
Al llegar a este punto, todos aquellos que han vivido
apartados de la escena de su película escondidos y temerosos de ella, aquellos
que dejaron el amor y decidieron odiar, aquellos que prefirieron ir por el
camino del odio, del temor y la desesperanza serán los primeros en hacerse esa
pregunta, serán aquellos que vivieron dormidos.
En un vago intento por reparar las vidas falsas que han
llevado, en un absurdo por obtener perdón, engañándose a sí mismos tratando de
despertar y de responder a esa pregunta, las personas consideran que la
religión es el mejor camino para recuperar “en la vida eterna” todo aquello que
no quisieron hacer en esta vida por andar por el mundo como zombis, creyendo
que rezando alcanzaran la vida que en este mundo no lucharon por alcanzar.
Rezan y asisten a misa buscando solucionar en un par de
horas lo que en una vida omitieron, buscan en el cielo la respuesta que en este
mundo está clara, buscan el perdón de un ser inexistente, olvidan que el perdón
que buscan ellos mismos se lo deben.
La respuesta sin duda alguna no se encuentra en las páginas
de un libro escrito hace más de dos mil años, la respuesta no se las dará el
ser imaginario al que llaman Dios, la respuesta ellos mismos la conoces solo
que temen responderla, temen reconocer que su equivocación fue olvidarse de
vivir plenamente, temen reconocer que si hubiesen sido participes de su vida no
tendrían que arrepentirse de nada, buscan respuesta donde no hay que buscarlas,
buscan perdón donde no existe, buscan en un ser supremo creado por los hombres
la respuesta a su vida sin reconocer que dicha respuesta era simplemente vivir
plenamente.
¿Por qué estamos aquí?; la respuesta es tan obvia que
solamente hay que respirar para encontrarla; ¡vivir! Esa es la respuesta;
¡simple!, ¿no lo creen?; para que buscarle un sentido a la vida si hay que
dárselo nosotros mismos, porque olvidar que la razón principal de estar aquí es
vivir; ser uno con el todo para que el todo sea uno con nosotros, iluminar
nuestro camino con la luz de nosotros mismos para que esa luz ilumine a quienes
la necesitan y a quienes no se han dado cuenta de ello, cuando al fin todos
entiendan que no hay un ser supremo y que nosotros mismos somos seres supremos
y perfectos, cuando todos nos demos cuenta de ello y dejemos de tener miedo, de
sufrir, de lamentarnos y el amor se convierta en nuestra bandera será entonces
que entenderemos que la respuesta somos nosotros.
En el momento en que el mundo se dé cuenta que ha estado
caminando a ciegas y abra los ojos, cuando despertemos del sueño en el que nos
encontramos y comencemos a vivir realmente; será hasta entonces que
trascenderemos más allá de lo que está puesto ante nuestros ojos, será entonces
que dejaremos de esperar por “la vida eterna” que nos promete la religión; ¿Por
qué?; porque no la necesitaremos, porque encontraremos que la eternidad no es
inalcanzable, porque estaremos sentados escalones más arriba de aquellos seres
que nosotros mismos creamos y a quienes llamamos Dioses, nos convertiremos en
el todo porque el todo será uno con nosotros, dejaremos de temer y de dudar,
encontraremos que el final del camino que tanto tememos no es más que un nuevo
inicio.
En estas letras se ha mencionado que tenemos un tiempo
limitado en este mundo, que a partir de nuestro primer respiro la muerte
comienza a alimentarse de nuestras vidas; pero también se ha dicho que la
muerte no es el final sino que es un nuevo inicio; ¿contradictorio?...; ¡no lo
es!, porque quienes no se den cuenta que la vida no es un tormento sino un
regalo, quienes odien en lugar de amar, quienes teman en lugar de disfrutar
quienes han ido dormidos por sus vidas; al final, cuando la muerte venga por
ellos seguirán dormidos por la eternidad.
Así es, este pequeño suspiro al que llamamos vida y aquella
eternidad a la que llamamos muerte no están separadas, no son distintas una de
la otra; sino que interactúan entre sí, son el equilibrio del todo, una es
parte de la otra; es decir, una no puede existir sin la otra, son hermanas que
te han tomado de la mano y te acompañaran por siempre, cuando las personas
dejan de vivir plenamente y se rinden, es pues, como si soltaras a una de
ellas.
Solo unos cuantos han logrado entender con plenitud el ciclo
eterno entre vida y muerte; solo algunos han comprendido que el limitado tiempo
de la vida es para plantar los frutos, para aprender, para amar y entonces,
caminar hacia la eternidad cosechando aquello que plantaste en vida, con los
conocimientos que adquiriste, con el amor que diste y recibiste.
¡Nacer, crecer,
reproducirse y morir!, etapas de la vida al fin y al cabo, una íntimamente
relacionada con la otra; un circulo interminable y eterno.
¿Ahora ves que la vida es más de lo que creías?, no estamos
aquí simplemente porque si, no somos una coincidencia, ¡no somos un accidente!;
andar por la vida temerosos de ella y llegar al final creyendo que iras al
cielo a vivir eternamente sin haber vivido aquí primero es absurdo y
paradójico.
La vida tiene más sentido de lo que creen la mayoría de las
personas, las coincidencias no existen, todo tiene una razón de ser, incluso
nosotros, incluso nuestros miedos y errores tienen una razón de ser; superarlos
y aprender de ellos.
Si no plantaste nada en vida, si no aprendiste nada en vida,
si no amaste en vida ¿Cómo pretender acceder a una vida eterna?; ¿acaso es
posible tener acceso a la última etapa de la vida si en la misma vida estuviste
más muerto que vivo?, rezar, pedir perdón al ente todopoderoso para que te otorgue
el perdón de una vida que llevaste sin sentido en la que solo fuiste un
observador, en la que te soñabas a ti mismo, pretendiendo “tener una vida
eterna” en el cielo, pretendiendo ser feliz en la eternidad sin haber aprendido
nada en el limitado tiempo de la vida terrenal es como pretender a correr antes
de caminar.
Las personas creen que en el cielo serán felices, que
dejaran de sentirse solos y asustados, y que al fin encontraran un significado
a la vida; apartan de sus vistas que no es posible llegar sin antes haber
partido, que es imposible terminar sin haber siquiera empezado, olvidan que
jamás intentaron ser uno con el todo, que las etapas de la vida existen y deben
ser vividas a plenitud.
Para poder tener acceso a las etapas de la vida plenamente
es necesario que no dejemos de soñar, que esos sueños sean el motor que nos
impulse, para verlos cumplidos; que aprendamos a amar y dejemos de odiar.
Si soñamos le damos forma al mundo, le damos forma al
universo, intervenimos directamente en la construcción del infinito, le damos
vida a la vida misma; nos volvemos participantes directos en el plan celestial;
nos volvemos influyentes en la construcción de la eternidad.
Si soñamos y luchamos por cumplir esos sueños nos volvemos
el motor del todo; nos convertimos en seres que dejan de ser espectadores en la
construcción del futuro y tomamos parte de ella, dejar de soñar es dejar de
vivir, es perder el motor que nos impulsa, es adentrase en la desesperanza y el
miedo.
Aprendamos a soñar nuevamente y enseñemos que los sueños se
hacen realidad si luchas por ellos, demostrémosles a los Dioses que hemos
creado que no los necesitamos, que somos los dueños de nuestros destinos y que
no necesitamos de seres supremos para otorgarnos la eternidad; que hemos comprendido
que el final no es más que otro principio y que hemos encontrado la respuesta
del ¿por qué estamos aquí? sin su ayuda.
Hagamos del amor nuestra única bandera, superemos nuestros
miedos e inseguridades y recordemos este sentimiento primario que nos trajo
aquí desde un principio, aprendamos todo lo que haya que aprender del amor,
hagámonos más fuertes con su ayuda y demos miras al futuro sin miedos.
Veamos a la vida como un todo; si, esas cuatro etapas son
una misma, cada una complementaria con la otra, un círculo eterno que nos
otorga la posibilidad de vivir para aprender y morir para despertar, no veamos
una etapa como distinta a la otra, dejemos de buscar dividirla cuando es una
sola.
Una vez que entendamos y que dejemos de quejarnos de
nuestras vidas y nuestros destinos, cuando aprendamos a soñar de nuevo y a
luchar por esos sueños, cuando comencemos a amar, veremos al mundo como
realmente es, nos daremos cuenta que el sol brilla más de lo que pensamos, que
las estrellas están ahí para nosotros, que los que se han ido nos esperan y no
nos han olvidado, veremos la composición misma de la creación pues nosotros
también somos parte de ella.
Aprendamos que ser y pretender ser no es lo mismo, que vivir
y pretender vivir tampoco lo es, seamos parte de este camino y disfrutemos de
sus bondades y de sus desgracias, disfrutemos de principio a fin este regalo al
que llamamos vida y así, tal vez podremos olvidarnos de todos aquellos
sentimientos que nos hicieron sufrir y solamente existirán en nosotros aquellos
que nos hicieron felices, olvidaremos aquellos recuerdos que nos causaron dolor
y recordaremos solo los que nos causaron dicha, seremos al final creadores y no
creados.
Finalmente, una vez que todas las personas comprendamos que
la vida es un camino que se debe recorrer con dicha y plenitud será que
entenderemos aquello que los sabios han querido decir, comprenderemos que las
fronteras desde el cielo no existen y que todos somos parte del mundo y no
habitantes de un lugar determinado, una vez que aprendamos a entender nuestras
vidas y a dejar de sufrir por ellas y comencemos a disfrutarlas, comprenderemos
que las banderas y naciones son simplemente nombres y símbolos que nosotros
mismos hemos inventado para intentar vivir en armonía con los demás; una vez
que entendamos todo lo que significa vivir no habrá necesidad de que existan
leyes pues aprenderemos a convivir entre nosotros.
En el momento en el que dejemos de lado todas las dudas y
miedos que existen en nuestro ser; será entonces que veremos al mundo
diferente, como realmente es y no como nosotros lo queremos percibir.
La vida está llena de altibajos que simplemente son parte de
este camino que todos recorremos; algunos durante un tiempo más corto que
otros, pero al fin y al cabo, todos experimentamos vivencias, sentimientos,
momentos que se quedan en nuestras mentes durante el resto de nuestras vidas y
terminan siendo los recuerdos que nos transportan al pasado.
Nadie dijo que vivir
sería fácil, ni tampoco nadie nos dijo que algunas veces veríamos la vida con
desdén, nadie nos prepara en realidad para afrontar el día a día; somos
nosotros quienes debemos entender de lo que se trata estar aquí; somos nosotros
quienes debemos darle sentido a la vida.
Al final seguiremos este camino todos por igual,
encontraremos en él penas y alegrías que nos formaran y harán que nos volvamos
más fuertes o que nos rindamos; la decisión es solo nuestra, podemos elegir
vivir plenamente, aprender de cada paso que demos, amar profundamente y elegir
ser mejores cada día hasta alcanzar a los mismos dioses; o bien, seremos
nosotros quienes elijamos temerle a la vida, odiar e ir por la vida dormidos
sin darle sentido a lo que hacemos; esta en nuestro poder elegir el sueño
eterno o despertar finalmente.
Al decir verdad, no hay un tiempo límite para elegir ser
plenos, no hay secretos para alcanzar la felicidad, no hay secretos para alejar
la soledad que aqueja nuestras vidas, no existe nada que no podamos hacer;
simplemente debemos recordar que estar aquí fue nuestro primer triunfo, que
despertar cada mañana es un regalo más; debemos recordar que podemos ser tan
perfectos o imperfectos como nosotros queramos.
Mientras que para unos el viaje empieza, para otros termina;
ya sea anticipadamente o porque simplemente se rindieron; mientras que algunos
odian otros aman, mientras que algunos lloran otros ríen, mientras que unos
viven otros mueren; eso es la vida, este ciclo que para algunos es eterno y que
para otros terminó antes de empezar.
Hoy es tiempo de ver las cosas de otra forma, es el momento
de entendernos para entender a los demás; no hay límites para lo que podemos
lograr si aprendemos a entender durante este corto tiempo lo que significa vivir;
se trata de encontrar el camino correcto que te lleve por cada etapa hasta la
eternidad; hasta trascender más allá de los límites impuestos por aquellos
quienes vivieron temerosos y sin entender; aquellos quienes crearon el mundo
que percibimos y que nos han impedido verlo como en realidad es. Es tiempo de
deshacernos de las ataduras que nos impiden ser felices.
Somos nosotros quienes tenemos el poder de lograr alcanzar
la felicidad, somos nosotros quienes debemos cambiar para después cambiar al
mundo y verlo como en realidad es; no como un lugar frio y lleno de miedo, sino
como la cuna que nos ha mantenido y que nos prepara para enfrentar la etapa
final de nuestras vidas, acompañándonos hasta el final de los tiempos, no somos
un ser superior, sino como una madre que nos ha acogido en su seno desde el
primer segundo de vida.
Cuando al fin abramos los ojos y participemos directamente
en nuestras vidas, cuando dejemos de estar muertos en vida y comencemos a creer
en nosotros en lugar de en un ser supremo será cuando dejaremos de temerle al
futuro dejaremos de estar solos para convertirnos en uno con el todo y
reclamaremos nuestro lugar en la maquinaria misma del universo como parte
fundamental de él.
Tomemos en nuestras manos nuestros destinos, creamos en
nosotros mismo porque somos nosotros los creadores de aquellos a quienes
consideramos dioses; no permitamos que la soledad, el miedo y el odio se
apoderen de nuestras vidas y nos orillen a los miedos más profundos de nuestro
ser.
Alcancemos aquello que creíamos inalcanzable, vivamos con
plenitud este camino, dejemos de creer que la perfección es solo para los
dioses porque nosotros somos el fruto de perfecto de la creación y nadie más
que nosotros tiene en sus manos la posibilidad de ser felices
Si dejamos de ver a la vida como una carga y comenzamos a
verla como el regalo que en realidad es; toda la soledad que sentimos en
nuestros corazones se disipara y dará cabida a sentirnos completos, dejaremos
de temer por el futuro pues nos daremos cuenta que no existe el fina y
reclamaremos nuestro lugar en la creación.
Dejemos de ser muertos en vida y vivamos en realidad pues la
soledad y el miedo no desaparecerán hasta que nosotros los hagamos desaparecer,
luchemos día con día para cumplir nuestros sueños y jamás nos permitamos dejar
de soñar; que no nos importe la edad, que no sea un pretexto para dejar de
asombrarnos con las maravillas que esta vida nos tiene preparadas, recobremos
el brillo de nuestros ojos que creíamos perdido y sigamos adelante aun y cuando
las adversidades nos tomen por sorpresa; recordemos que todos estamos
conectados y que cada cosa que hacemos, por muy pequeña que esta sea, afecta al
mundo y la realidad de todos, y finalmente, recordemos que somos nosotros
quienes le damos forma al universo con nuestras acciones.
La vida es esto, un camino que podemos hacer tan largo o
corto como queramos, tan feliz o triste como deseemos; tan corto o eterno como
nuestros sueños nos permitan; estamos aquí para crear y ser creadores, somos el
motor que impulsa al universo y a Dios, no estamos solos, no estamos aquí sin
ninguna razón, somos aquellos que alcanzaremos las estrellas, somos aquellos
que alcanzaremos la eternidad.
Los seres humanos en el corto tiempo de la vida amamos,
reímos, lloramos, odiamos, luchamos, ganamos y perdemos; todo en un tiempo tan
corto, en un tiempo tan ínfimo que parece imposible que una sola persona pueda
ser contenedor de tantos sentimientos y pensamientos, un tiempo limitado que se
escapa de nosotros como el agua de nuestras manos; un tiempo que siendo usado a
plenitud podría darnos la eternidad.
Hemos explorado hasta ahora, en unas cuantas líneas el
camino de la vida, desde que nacemos hasta que morimos; si usted ha atendido a
las letras que expongo se dará cuenta que en todo este trabajo hablo de cosas
que usted ya sabía, estudio sentimientos y pensamientos que usted ha
experimentado durante su corta o larga vida, no hablo de nada nuevo; simplemente
le recuerdo aquello que usted sin saber ha olvidado o bien, tal vez se ha
obligado a olvidar.
Si cada línea de estas letras que ha leído le han hecho
recordar aquello que creía olvidado y le han regresado los ánimos que había
perdido, recuerde que esta es simplemente la historia de una vida; ¡imagine lo
que lograra si vive la suya!.
Lic. Héctor Jesús Robles Díaz Mercado.
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