Que
los hombres dejen de buscar en el cielo su libertad, que la busquen en la
tierra, que luchen por ella.
Que
el gobernante deje de mirar al gobernado como una propiedad y comience a
tratarlo como un igual.
Que
el Estado respete la Constitución, pues de ella emanan todas las leyes de una
nación.
Que
los derechos individuales no se contrapongan con los colectivos, esa es la
misión del Estado de Derecho.
Que
el respeto y fomento de los derechos y libertades de las personas sea la razón
fundamental del Estado.
Que
aquel Estado que incumpla con su obligación para con el pueblo sea considerado
ineficaz.
Que
el Estado y el gobernante recuerden que ellos son producto del pueblo y no el
pueblo producto de ellos.
Que
la libertad es un derecho natural y jamás debe considerarse como un derecho
adquirido u otorgado por el Estado.
Los
seres humanos somos seres libres.
La
libertad no debe ser consecuencia de un gobierno, sino que el gobierno debe ser
la consecuencia de la libertad.
Los
derechos de los seres humanos son parte de nuestra naturaleza; son el impulso
primario de nuestra existencia, estos pueden ser limitados por el Estado pero
nunca restringidos.
Introducción.
La libertad es un
derecho propio de los seres humanos; no es otorgado por ningún gobierno, país o
nación del mundo, es inherente a la potestad de ser y no a la de pertenecer,
pues ningún Estado puede subsistir cuartando la libertad de sus gobernados.
Los hombres nacen
libres, y por esa libertad es que se han creado las naciones.
Los hombres libres
buscan la paz, la hacen; la construyen.
La libertad es un
derecho natural con el que se nace, el respeto a ese derecho es obligación de
todos los pueblos. La coexistencia entre la libertad y el Estado de Derecho
emana de la búsqueda incansable de los hombres por alcanzar la libertad en
todas sus facetas; ora entre personas, ora entre el Estado y sus gobernados,
ora entre naciones.
El Estado para existir
debe regirse por el Derecho, y éste tiene como fuente fundamental la libertad;
uno no puede existir sin el otro, por ello el Estado, el Derecho y la libertad
son hermanos en la construcción de las leyes y el reconocimiento de los
derechos inherentes del ser humano.
El Derecho cumple
con su obligación de encuadrar las conductas de las personas en las leyes y
junto con el Estado debe buscar que las personas logren su libre desarrollo, el
alcance de sus metas y la plenitud de sus vidas. La libertad y el derecho
caminan una junto a la otra; una buscando la interacción entre los hombres y la
otra el libre desarrollo.
La libertad es el
corazón del Estado de Derecho, pero la existencia del último es necesaria para
que la libertad de uno no interfiera con la del otro.
“Aquel Estado que cuarta la libertad de sus
gobernados debe considerarse fallido, pues en aras de la libertad se han
enderezado las naciones; así, ninguna país del mundo puede existir sin
libertad”.
La libertad: pieza fundamental para la
existencia del Estado de Derecho.
El reconocimiento
de los derechos del hombre ha sido una lucha constante en la historia de la
humanidad, desde tiempos inmemorables la búsqueda de los hombres por alcanzar
la libertad ha construido y constituido naciones enteras. En aras de esa
búsqueda el mundo se ha visto enfrascado en largas y sangrientas luchas que han
formado nuestra visión actual del mundo y nuestra visión actual de lo que
consideramos libertad.
Aquellas luchas de
los hombres que imaginaron un mundo en el que la libertad estuviera al alcance
de cualquiera devinieron en movimientos sociales y culturales alrededor del
mundo que forjarían los cimientos de la sociedad actual.
Hoy, nos es extraño
imaginar un mundo en el que los poderes se centralizaban en una sola persona,
un ser todopoderoso que podía ordenar, ejecutar, omitir y hacer cualquier cosa,
un mundo en el que las leyes eran creadas, ordenadas y ejecutadas por un solo
ser en el que recaían todas las capacidades y que se enderezaba como el amo y señor
de todo lo que veía y lo que existía. No podemos llegar a imaginar o comprender
como una sola persona era capaz de hacer cualquier cosa y además, ser dueño de
las personas que se encontraban en su reino. Hoy, vemos al mundo como lo
percibimos desde nuestro nacimiento, con sus vaivenes, con sus impedimentos y
sus permisos.
Las naciones han
ido y venido, algunas han brillado a lo largo de la historia y otras han
desaparecido de la memoria de la humanidad, pero si algo es cierto, todas esas
naciones, filósofos, políticos y científicos constituyeron una idea que ha ido
tomando forma a lo largo de los siglos; una idea que fue creciendo hasta verse
realizada el 26 de agosto de 1789 por la Asamblea General Constituyente
Francesa; es decir, hablamos de la afamada Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano (Déclaration des
droits de l'homme et du citoyen), en la que se definieron los derechos
personales y colectivos como universales y reconocibles en todo el mundo por
todos los pueblos y por todas las naciones.
Aun y cuando se
considera que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es el
primer reconocimiento real y formal de los derechos inherentes del ser humano,
no podemos olvidar aquel salto enorme que el 17 de septiembre de 1787 en los
Estados Unidos de Norte América se dio al crearse la primer constitución del
mundo, en la cual se lee aquel texto emanado del sentir más profundo de los
seres humanos y que viene a constituir en mi opinión el primer estado de
derecho jamás creado “Nosotros el Pueblo”
(We the People).
A partir de estas
dos “declaraciones” que más bien son “reconocimientos” de los derechos
fundamentales del ser humano, es que el mundo inicia una nueva era en la que
los hombres de todas las naciones nacerían libres y gozosos de los derechos más
íntimos que legítimamente les pertenecen por el simple hecho de ser seres
humanos.
Las palabras que
inician el camino constitucional de los Estados Unidos de Norte América y que
como ya he mencionado en mi opinión es la primera declaración formal y real de
los derechos humanos en el mundo, es también la primera incursión de los seres
humanos en la creación del Estado de Derecho, y también, es la primera incursión
de la eterna relación entre la libertad y el Estado de Derecho.
El Estado de Derecho
es aquel regido por un sistema de leyes e instituciones ordenado en torno de
una constitución, ese mismo estado reconoce los derechos más íntimos de los
seres humanos mediante su Carta Fundamental; uno de esos derechos es el de la
libertad. “Nosotros el Pueblo” enmarca todas esas características anteriormente
señaladas; el pueblo crea la Constitución en la cual se recogen los derechos
más propios de los seres humanos, y en ella misma también se enmarcan los
sistemas legales e institucionales que darán forma al Estado de Derecho y que
al mismo tempo serán las que reconozcan, protejan y fomenten tales libertades.
Con el
reconocimiento por parte de las naciones de los derechos con que gozan las
personas, vino a constituir un mundo en el que las libertades serías
reconocidas, legisladas y protegidas por la gran mayoría de los países del
mundo, y fomentando tales derechos y libertades a los demás países para así
lograr una protección y reconocimiento mundial de los derechos con que todo ser
humano nace.
Por desgracia en
muchos países del mundo, incluso los que cuentan con una Constitución que
reconoce y protege los derechos humanos (que son las libertades propias de
cualquier persona), se ven lesionados por el Estado, pisoteados, burlados e ignorados
con el fin de obtener ganancias económicas y poder.
Los seres humanos
somos seres pensantes, racionales, “la máxima evolución” del planeta azul al
que llamamos nuestro hogar, pero también somos seres envidiosos, codiciosos y
avaros; dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de conseguir y alcanzar
nuestras metas; incluso rompiendo las leyes o dañando a otras personas.
Lo anterior resulta
cierto; tan claro y cristalino como el agua, nos es conocido ese sentimiento de
“querer más”; nos resulta más que familiar. Pero también, aun y cuando esos
sentimientos de avaricia y codicia son pan del día a día de cualquier persona,
contamos los seres humanos con pensamientos racionales (como ya mencione), con
valores propios de nuestra condición humana, ese “freno” que nos impide actuar
de mala fe en contra de cualquier persona, de lastimarlo o cuartar sus derechos
y libertades.
¿A qué voy con lo
anterior?; el ser humano cuenta con sentimientos, pensamientos y emociones que
constituyen su conducta, su actuar ante el mundo que le rodea y a interactuar
con él; el Derecho se constituyó a partir de la necesidad del encuadramiento de
las conductas humanas en las leyes; el “yo” frente al “tu”, encuadrar las
conductas para que el hombre sea capaz de convivir con sus semejantes; no como
superior, como un igual, el “yo” o el “tu” se convierten en “nosotros”, pero
sin dejar de lado completamente el “yo”, el particularismo de las sensaciones
humanas de crecimiento y superación personal. También tenemos al Estado de
Derecho; el encuadramiento de las conductas en una Constitución, en un sistema
de leyes y en instituciones que tendrán como deber principal el cumplirlas y
hacerlas cumplir.
El complejo sistema
del que hablamos es “el Estado”, ya sea el mexicano, cubano, colombiano,
estadounidense, francés, chino o cualquier otro que pudiera venirnos a la
mente. Ese enorme sistema creado por los humanos para regir el mundo, para
encuadrar las conductas de las personas en un complejo sistema de leyes e
instituciones que se erigieron para evitar que el “yo” supere a la
colectividad; para evitar que los deseos personales infrinjan y menoscaben los
deseos de otras personas. Es un sistema creado precisamente para encaminar a
cada ser humano a la realización de sus metas personales pero con la avenencia
de evitar que en el camino lesionen los derechos de otras personas.
Eso es precisamente
el Estado de Derecho, un sistema creado para formar un camino para la humanidad
en el que los deseos particulares no superen ni dañen el de la colectividad.
Hasta aquí
comprendemos la enorme importancia del Estado de Derecho como un conjunto de
instancias, instituciones y legislaciones que dan cabida a la vida en comunidad
de las personas, pero también esta institución encuentra un enorme reto al
cumplir con su “deber” frente a los deseos de crecimiento personal que tiene
cada persona, a los deseos de “tener más”, a los deseos de lograr los objetivos
de manera individual. Los deseos propios de los seres humanos; de cualquier
nacionalidad, son en primera instancia los mismos “el cumplimiento de las
esperanzas y sueños en lo particular”, deseos que todas las personas tenemos y
que encuentran freno frente al Estado de Derecho, no porque éste desee cuartar
tales ambiciones, sino porque las ambiciones personales deben tener cabida si y
solo si no interfieren con otra persona o con la colectividad; es decir,
hablamos del respeto al derecho ajeno, si, tal y como dijo Benito Juárez aquel 15
de julio de 1867 "Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto
al derecho ajeno es la paz".
Sin duda, la
libertad (cualquiera que sea ésta), es un derecho del cual todos los seres
humanos debemos gozar, pero también, debe comprenderse que la libertad de unos
no debe ni puede cuartar la/s libertad/es de otro/s y mucho menos de la
colectividad.
Hablar de libertad
puede ser tan amplio y complejo como el mismo ser humano, pues si bien es
cierto “todos nacemos libres” o por lo menos ese es el deseo de la mayoría de
las personas y naciones, también lo es que esa libertad es concedida, permitida
dentro del sistema para que la convivencia entre las personas pueda existir de
manera pacífica y respetuosa.
Tenemos por
ejemplo, la libertad de expresión, libertad de la cual todos gozamos (o por lo
menos en la gran mayoría de los países), la cual ha sido malinterpretada, mal
usada y algunas veces interpretada a la mayor conveniencia de quien toma como
estandarte tan importante derecho. Cuando este derecho es utilizado sin
menoscabar o lesionar el de otra u otras personas, entonces se estará
ejerciendo conforme a los lineamientos establecidos y ordenados por el Estado
de Derecho, pero, cuando una persona o personas haciendo uso de esta libertad
lesionan a otra u otras personas, entonces deberá de considerarse que la
libertad de uno/s está transgrediendo la libertad de otro/s, teniendo pues el
Estado de Derecho con su compleja red institucional y legal que determinar si
el uso de la libertad de expresión fue legal, moral y ética o bien, en uso de
esa libertad se lesionaron derechos de otra u otras personas.
La libertad es sin
lugar a dudas indeterminable en concepto, pero el Estado de Derecho ha logrado
(o por lo menos ha intentado) determinarlo en cuanto a sus alcances, ya sea en
lo individual o en lo colectivo; es por eso que fue creado y por lo cual ha
perdurado a lo largo del tiempo, y muy seguramente seguirá perdurando, con sus
vaivenes, con sus errores y con sus aciertos.
Al principio de
este trabajo mencione que los seres humanos somos seres racionales y
sentimentales, es decir, que los deseos
de las personas son frenados por su razonamiento; el Estado de Derecho
es exactamente lo mismo, es la “luz roja del semáforo” que impide que las
conductas humanas se salgan de control y el mundo entre en caos.
Y la libertad es en
consecuencia, el camino natural que debe seguir el Estado de Derecho.
En efecto, tal y
como he mencionado, tomar la libertad como estandarte no puede ni debe ser
tomado a la ligera, pues la libertad debe ser respetada y fomentada por el
Estado de Derecho, pero también, debe ser limitada en cuanto a la posibilidad
de que la exigencia de quien la usa como estandarte cause lesiones a los
derechos de la colectividad; es por ello que el Estado de Derecho tiene como
tarea principal fomentar y propiciar la libertad pero siempre con las limitaciones
de los derechos y libertades de los demás.
Parece un poco “confuso”
hablar de Estado de Derecho y libertad como un solo ente, pero en realidad no
lo es; simplemente trata sobre la interacción entre ellas, como una no puede existir
sin la otra, y de cómo ambas son de vital importancia para el mundo.
Sin libertad no
existiría el Estado de Derecho, pues en la búsqueda de la libertar las personas
reinventaron la forma en la cual el mundo se regía, destruyendo la
centralización de los poderes en una sola persona, para dividirlos, para elegir
ellos mismos a sus representantes, para que dejara de existir el monarca y se
diera paso a la democracia.
Gracias a ello,
nosotros mismos hemos ido creando el Estado de Derecho, lo hemos “pulido” a la
mayor conveniencia de la sociedad que exige cada vez más libertades y que
respeta cada vez más las de los demás.
La libertad es en
consecuencia la razón por la cual se creó el Estado de Derecho; es por ello que
sin la existencia de las libertades propias del ser humano y de la búsqueda
incansable por alcanzar la libertad en todas sus facetas se han creados los
pueblos del mundo, se han enderezado y poco a poco perfeccionado para permitir
a todas las personas alcanzar la libertad en el más amplio sentido de la palabra.
Por ende, el Estado de Derecho es consecuencia de la búsqueda de la libertad.
Posiblemente la
primera forma del Estado de Derecho (apenas en gestación de lo que debía ser)
fue la monarquía absoluta, ese gobierno centralista en el que en una sola
persona radicaban los poderes, vitalicio y hereditario; ese en el que las
personas eran parte de las “posesiones” de los monarcas, esa en la que el deseo
colectivo era siempre opacado por el capricho de una sola persona que contaba
con pleno poder de decisión, acción y ejecución sobre todo y todos.
Durante el largo
proceso de gestación del Estado de Derecho actual, así como del que puede y
debe ser en un futuro (pues aún no ha terminado de gestarse en su forma más
pura), han existido otras divergencias adoptadas por los pueblos del mundo; en
algunos tenemos a las monarquías constitucionales y a las parlamentarias, en
otras a las hibridas, y en otras más a las democracias que han sido la fuente
principal para la creación y gestación final de lo que se convertirá en un
futuro en el Estado de Derecho que el mundo adoptará como la última forma de
éste.
Así pues, las
diferentes formas que ha adoptado el Estado de Derecho (muchas más de las
mencionadas), han sido obtenidas por los pueblos del mundo mediante largas
luchas en las que se le exige al gobierno que les sean respetados y reconocidos
sus derechos; entre ellos y principalmente el hecho de que los seres humanos
son seres libres.
Por lo que, en mi
opinión, el Estado de Derecho debe ser reconocido como tal hasta el momento en
el cual los hombres se levantaron en contra de la injusticia, en contra de los
lamentables despojos de la libertad y a los derechos de los cuales todos somos
poseedores; frente a las injusticias de los gobiernos totalitarios en los que
el valor de una persona y su libertad eran valorados y permitidos en la medida
de sus posesiones materiales y no por el hecho de existir como ser humano igual
al rey o gobernante de una nación.
La humanidad sin
notarlo (o tal vez sí), fue diseñando el actual Estado de Derecho que rige en
la mayoría de los países del mundo, pues esta es la consecuencia de la búsqueda
de la libertad.
Es por lo anterior
que no es hasta que los gobernantes reconocieron estos derechos propios de
cualquier ser humano que se debe considerar que el Estado de Derecho nació a la
vida en el mundo y poco a poco ha ido cambiando, evolucionando para alcanzar su
forma final.
Si tomamos en
cuenta que la libertad es un sentimiento que proviene de la naturaleza del ser
humano, y que esa sensación de querer ser libre existe en cualquier parte del
mundo por cualquier persona que hable cualquier idioma, es por lo que
reconoceremos que el Estado de Derecho es consecuencia de la búsqueda de la
libertad así como de la búsqueda del reconocimiento de los derechos de los
seres humanos.
El hombre nace de
alguna manera con ciertos sentimientos insertos en su mente; como un “chip” que
nos indica lo que es bueno y lo que es malo; sensaciones que nos impulsan,
ciertos sentimientos que sin haberlos aprendido en ningún lugar simplemente se
encuentran en nosotros, tal y como si fueran parte de nuestra programación
natural. Es así que como parte de esa “programación”, los seres humanos
buscamos y luchamos por alcanzar el desarrollo personal que abarca todas las
facetas del ser humano; como el éxito, amor, estabilidad, dinero, prestigio;
etcétera; y en esa “programación” natural también es parte la búsqueda por
alcanzar igualdad, libertad, respeto; la dignidad humana reconocida en todas
sus facetas y que dio pie al reconocimiento de los derechos de los seres
humanos por los gobiernos del mundo.
Una vez alcanzado
el reconocimiento de esos derechos, entre los cuales la libertad es pieza
fundamental (pues sin libertad no existiría ese reconocimiento), el mundo se
vio en la necesidad de crear un sistema que asegurara el reconocimiento y
fomento de las libertades de los hombres, dando vida al Estado de Derecho que
es parte fundamental del tipo de gobierno de las naciones, pues este es el
“alma” del gobierno, es el factor primario para la construcción de cualquier país
pues este será quien mantenga la
estabilidad social, económica y política del gobierno de una nación.
Así, el Estado de
Derecho fue creado para permitir, reconocer y fomentar los derechos de las
personas, pero al mismo tiempo para limitarlos y delimitarlos, permitiendo así
que el derecho y las libertades que goza cualquiera de nosotros no
obstaculizara ni restringiera los derechos y libertades de los demás. Por lo
que el Estado de Derecho es y seguirá siendo parte fundamental de la libertad y
de los derechos de los seres humanos; no importando naciones, idiomas, géneros
o religiones, el Estado de Derecho será la pieza clave para que los seres
humanos logremos alcanzar la libertad o bien, lo más cercano posible.
Imaginemos por un
momento un mundo en el cual no existe ninguna forma de gobierno, y por ende
tampoco Estado de Derecho; todos somos libres de hacer cualquier cosa. Ahora
también recordemos la esencia del ser humano; la parte que busca la libertad,
el amor, la igualdad, la paz, y la otra parte de la esencia humana, esa que es
envidiosa, solitaria, la que odia, la que teme, la que es competitiva y
tramposa. Ahora, ya que la esencia humana que busca lo mejor de los hombres es
parte fundamental tal y como lo es aquella otra parte de los seres humanos que
busca corromper; ¿Qué pasaría?, ¿en realidad podríamos vivir en armonía?, ¿los
seres humanos estamos preparados para vivir en un “edén” sin reglas?, ¿acaso no
es parte de la esencia humana amar y odiar con la misma intensidad?. Ahora que
hemos imaginado un mundo sin gobiernos, en el que podemos hacer cualquier cosa
que queramos, y ahora que hemos puesto en la balanza las esencias humanas
buenas y malas existe una pregunta más que responder ¿es necesaria la
existencia del Estado de Derecho?.
En lo que a mí
respecta, el Estado de Derecho es tan necesario como la libertad, pues la
libertad creó al Estado de Derecho en la búsqueda de los hombres por alcanzar
su desarrollo persona y su libertad, pero a sabiendas también de la condición
humana que por desgracia aún no está preparada para vivir en armonía sin
ciertas reglas y limitaciones.
La libertad existe
porque es parte de nosotros, de nuestra esencia, de nuestra naturaleza; también
lo son los demás sentimientos que no son tan agradables. Debido a que el ser
humano conoce y reconoce tales sentimientos; los buenos y los malos, es que
busca la libertad y la limita; protegiendo así los derechos particulares y
colectivos.
Una cosa es limitar
y otra es restringir; la primera pone un “tope” al alcance de la libertad y de
los derechos de las personas, y la segunda los disminuye, los menoscaba; los
lesiona en perjuicio de las personas. Es por lo anterior que muchas personas
confunden al Estado de Derecho como un ente que se interpone en su desarrollo,
derechos y libertades, lo consideran un enemigo; es por ese error que muchas
personas en ocasiones toman como estandarte a la libertad para combatir al
gobierno de una nación, siendo ellos quienes en muchas ocasiones terminan por
restringir los derechos y libertades de la colectividad.
A diferencia de las
libertades y derechos con que contamos los seres humanos, el Estado de Derecho
si debe tener restricciones así como limitaciones en cuanto a su acción frente
al pueblo, pues en aras de limitar los derechos de las personas para la libre interacción
entre ellas, no debe restringir tales derechos, pues de hacerlo se convertiría
en un ente absolutista.
Los limites y
restricciones de que hablamos empiezan con el Estado de Derecho con su potestad
de decisión, acción y ejecución y terminan donde empiezan los derechos y
libertades de las personas; el Estado de Derecho pertenece al sentimiento de
libertad mas no la libertad pertenece al Estado de Derecho; uno es creador y el
otro es creado.
Ningún país del
mundo pudo haber concebido al Estado de Derecho sin antes haber deseado y
luchado por su libertad.
Cuando los hombres
se levantaron en busca de su libertad fue entonces que se concibió el Estado de
Derecho, siendo por tanto que este último vino a reafirmar la creencia de los
pueblos de la posibilidad y alcance de sus libertades.
Es por ello que de
ninguna manera puede concebirse el Estado de Derecho como un ente primario o
creador cuando en la realidad el concepto viene a conocer la vida cuando se
iniciaron las luchas de las personas por sus libertades y sus derechos
fundamentales, por la exigencia de los pueblos a sus gobernantes para que se
les reconozcan y otorguen sus derechos y libertades; es por eso que debe
considerarse que la libertad vino a abrir el camino para la creación del Estado
de Derecho.
Finalmente, es
menester de este trabajo y de quien lo redacta hacer reflexión sobre la
libertad, no como un derecho otorgado, sino como un derecho adquirido por el
simple hecho de ser y de nacer (e incluso antes del nacimiento); hablar de
libertad es un tema en extremo amplio, complejo, tanto que nos llevaría mucho
tiempo hablar de ella, de sus consecuencias y de sus clases.
En este trabajo
abordamos el tema en unas cuantas líneas, en las que de manera un tanto
filosófica y con tintes de Derecho, enmarcamos la libertad como un derecho
natural (sobran los doctrinarios que han hablado y abordado el tema), dando mi
opinión personal sobre su significado.
También, en esta
corta lectura habrán encontrado entre sus líneas la prioridad que le otorgo a
la libertad sobre el Estado de Derecho, siendo pues en mi opinión que el ultimo
es consecuencia del primero.
Muy seguramente me
encontrare en un futuro realizando un trabajo más extenso sobre éste tema ya
que es extremadamente interesante.
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