Eran cuarto para las nueve y el juicio
estaba por comenzar,
De un lado el abogado, con su elegante
traje y sus argumentos provistos para arrasar
Del otro lado la demandada con su vestido
negro, su sonrisa fría y su lista incompleta hasta el final.
El juez dio iniciado al juicio y los
argumentos comenzaron por igual,
El demandante con sus pruebas reclamaba
de la parca que en su lista negra no debía estar,
La demandada tomó la voz, mostro las
pruebas y argumentó:
“la vida del demandante ha sido larga y
las pruebas muestran sus excesos; fuma, se desvela, es violento y apasionado, Más
su vida se ha agotado y el tiempo que ahora usa es prestado,
Este juicio lo demuestra, se inventa
pruebas y argumentos buscando recovecos en las leyes de la vida, ya su tiempo
ha llegado y este juicio es un engaño; aunque apele y se ampare la sentencia
llegará, y su nombre en la lista tarde o temprano aparecerá”.
El demandante mostró las pruebas
intentando demostrar que la parca intentaba a su Usía engañar;
Un último argumento intentó y con sabias
y precisas palabras señaló:
“Sé que la vida se me ha prestado, que
mis excesos la han colmado, pero las pruebas que presento deben proceder como
la ley clama, trabajo duro y represento a centenares de personas en sus
problemas legales, y si bien es cierto lo de mis excesos, también lo es la vida
plena que he llevado, el amor a mi familia y la pasión por mi trabajo; por lo
tanto la sentencia favorable debe ser”.
El juez, examinó las pruebas y alegatos
de las partes, y con miedo en sus ojos pronunció la sentencia:
“Se condena al demandante a pasar la
eternidad en las manos de la muerte, es por tanto que declaro que en su lista
deberá escribirse ya su nombre”
Fue el fin del abogado, nunca hubo juicio
que no ganara, ni sentencia en su contra pero ahora que importaba ¡no fue
absolutoria!
Hoy el juicio es leyenda y el abogado
también
Fue el único tan cerca de vencer a quien
lleva a cuestas las almas de más de cien.
Por desgracia ya su nombre con negritas lleva escrito;
Héctor Robles es su nombre y al final se
vio perdido.
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